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miércoles, 5 de febrero de 2014

El sonido de las letras (ii): On a Clear Day

Cuando pienso en Mark solo, paseando por las calles de la ciudad, leyendo su ebook en el metro o despertándose en su hotel, siempre me vienen a la cabeza canciones de los 70’s, no sé... algo de los Beatles, o de los Eagles, o The Carpenters, o tal vez Frank Sinatra cantando My way, no sé cosas de ese tipo. Me lo imagino, solo, muy atractivo, destilando clase por todos los poros y con los ojos bien abiertos, buscando los detalles que nadie más puede ver o, por el contrario, ensimismado en sus pensamientos. Ese tipo de hombre que conforme lo ves quisieras conocerlo porque tiene un magnetismo brutal.

Para el siguiente fragmento he seleccionado On a Clear Day de The Peddlers.


Extraído de Sin Alas:

«El martes, Mark se despierta a eso de las nueve y media. Ha dormido a pierna suelta toda la noche. Se siente renovado, como si hubiera salido sano y salvo al otro lado de un largo y oscuro túnel. Se despereza tranquilamente y se levanta lentamente de la cama. Al depositar sus desnudos pies sobre la moderna alfombra, observa maravillado que es de color marrón. ¡Marrón y no gris! Los rectángulos desiguales que componen el cálido mosaico son beige, cámel y marrones. Y no gris claro, gris medio y gris oscuro. Se precipita a la ventana y descorre las cortinas. El cristal le descubre un cielo azul deslumbrante, sin un asomo de nubes. Los coches son rojos, azules o verdes, también algunos son grises, pero ahora de verdad.

Se da una ducha rápida y se pone su conjunto habitual de vaqueros y camiseta.

Como cada mañana se pasa por la cafetería del hotel y desayuna café y zumo de naranja. Hoy para variar prueba las madalenas recién horneadas que le ofrece la camarera. Están deliciosas. La muchacha está todo el tiempo observándolo por el rabillo del ojo mientras él saborea plácidamente los dulces bollos, preguntándose de qué pasarela se habrá escapado ese tío tan atractivo. Es guapo a rabiar. Lo ha atendido cada mañana desde el sábado. Siempre se ha mostrado muy educado y un poco estirado, no deja de hablarle de usted, aunque ella solo tiene veintiocho años. Él tampoco es mucho mayor, treinta como mucho. Parece extranjero, a juzgar por su extraño acento, que no logra reconocer. Sin embargo, habla un perfecto español. Mucho mejor que el ochenta por ciento de los españoles nativos.

Mark sale del hotel y se mezcla con la multitud que se afana en llegar a todas partes. No tiene prisa alguna, así que continuamente se para a examinar los escaparates. Ventanales abiertos a un mundo lleno de objetos curiosos y muy coloridos. Los transeúntes protestan cada vez que se detiene repentinamente y los hace tropezar. Escucha todo tipo de improperios: pasmao, idiota, gilipollas… A Mark le da igual, el mundo hoy ha amanecido lavado con un detergente mágico que le ha retornado su viveza y no está dispuesto a que nadie o nada le arruine el día.»

Feliz día.


2 comentarios:

  1. Lo he leído al mismo tiempo que escuchaba la música y ha sido casi como verlo. Me ha gustado. Gracias.

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  2. Me ha gustado mucho levantarme con Mark y ver el mundo con ojos nuevos.

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